sábado, 25 de febrero de 2012

Nunca ha habido tantos motivos para una huelga general

 Carlos Fonseca.- 18/02/2012
Transcrito de El Confidencial.com

Mariano Rajoy ha desvelado su receta para crear empleo: cargarse el Estatuto de los Trabajadores. La nueva reforma laboral (demolición es el término más ajustado) da todo el poder a los empresarios, que desde ahora pueden decidir sobre salarios, jornadas laborales, movilidad y cómo, cuándo y a cuántos despiden, sin apenas coste y sin necesidad de negociar con los trabajadores.

Cuando Rajoy pisaba la moqueta de La Moncloa solo de visita decía que abaratar el despido no generaba empleo y se comprometió a no subir los impuestos. Esperen a recibir la nómina de este mes para comprobar cuánto les sisan con la subida del IRPF, y lean esta sucinta exposición de la nueva, bonita y barata reforma laboral.

1) La indemnización por despido improcedente pasa de 45 a 33 días por año trabajado, con un límite máximo de 24 mensualidades; pero son tantas las causas que hacen procedente un despido (20 días de indemnización) que los primeros serán la excepción y los segundos la norma.

2) En el caso de los despidos colectivos, se suprime la autorización previa de la autoridad laboral y basta con que la empresa prevea pérdidas (no que las tenga) o que sus ingresos disminuyan durante tres trimestres consecutivos (aunque siga teniendo beneficios). Un ejemplo: hace dos años la empresa “fulano de tal” ganó 10 millones de euros; el pasado ganó 12 millones, y el actual 11. No pierde dinero, gana, pero no supera los beneficios obtenidos el año anterior y puede acordar un ERE por “disminución persistente de su nivel de ingresos o ventas”.

3) Cuesta creerlo, pero hay empresarios que tienen corazoncito y aunque sus ingresos disminuyan durante tres trimestres consecutivos (aunque no entren en pérdidas) en lugar de despedir se conforman con bajar el sueldo a sus empleados en lugar de despedirlos. Sin necesidad de acuerdo, ni con ellos ni con el comité de empresa, por decreto ley, como la reforma. Ganas menos ¡pero tienes trabajo!, y mejor un muerto de hambre que un parado.

4) Más madera: los convenios son papel mojado. Si su comité de empresa ha firmado con la empresa un convenio que establece, entre otras cosas, una subida salarial del 0,005% (contención en atención al periodo de crisis), ésta puede incumplir el pacto con la sola previsión de a futuras pérdidas (descuelgue se llama).

5) No se pongan ustedes enfermos, y si no pueden evitarlo, no dejen que su médico de cabecera les dé la baja, y si en el peor de los casos se la da, pónganse buenos deprisa y no recaigan, porque corren el riesgo de quedarse en el paro. La reforma permite al empresario ponerle de patitas en la calle por faltas de asistencia al trabajo intermitente, aunque estén justificadas, que alcancen el 20% de las jornadas hábiles en dos meses consecutivos, o el 25 % en cuatro, en ambos casos dentro de un periodo de doce meses.
Un ejemplo: tiene usted una jornada de 176 horas mensuales, a razón de 8 horas diarias en 22 jornadas laborables; le da un jamacuco y está cinco días de baja (40 horas). Se recupera, vuelve al trabajo y a las tres semanas se resiente y vuelven a darle la baja, en esta ocasión durante cuatro días (32 horas). Ha faltado al trabajo 72 horas sobre una jornada total de 350 horas (2 meses); es decir, más de un 20% (70 horas). Resultado: a la calle con una indemnización de 20 días por año y un máximo de 12 mensualidades.

6) La reforma prevé, ¡aleluya!, un nuevo contrato bonificado para pymes con menos de 50 trabajadores. Si el agraciado no ha cumplido los 30 años el empresario se ahorra 3.000 euros en cotizaciones durante el primer año; tiempo en que el trabajador está en periodo de prueba. Transcurrido el mismo, el empresario se puede deshacer de él sin indemnización, sin tener que dar explicaciones a nadie y sin necesidad de que la empresa tenga pérdidas. La modalidad se denomina “despido porque a mí me da la gana” o “despido porque sí” en versión abreviada.

7) Los emprendedores (bonita palabra) que contraten a un parado pueden deducirse fiscalmente durante un año el 50% de la prestación por desempleo que cobraba su nuevo trabajador. Éste, a su vez, puede completar su salario de miseria con el 25% de la prestación que cobraba, también durante un año. ¿Quién va a contratar entonces a un parado de larga duración que ha agotado su prestación, o a un joven que intenta incorporarse al mercado laboral? Nadie mientras haya desempleados “subvencionados”.

y 9) Los convenios de empresa tienen prioridad sobre los sectoriale, cosa que ya ocurría, pero con una salvedad: el convenio del sector era la base mínima, el suelo que el convenio de empresa no podía traspasar a la baja. Ahora, un empresario puede amenazar a sus trabajadores con despidos para que acepten un convenio con retribuciones más bajas y menos derechos de los recogidos en el del sector. Si éste dice que ningún trabajador puede ganar menos de 1.000 euros, el de su empresa puede rebajarlo, por ejemplo, a 800 euros. ¿Para qué valen entonces los convenios sectoriales? ¿Y los de empresa si el empresario puede incumplirlos?

Así es imposible generar empleo. Si las familias ganan cada vez menos, pagan más impuestos y la inflación sube, pierden capacidad adquisitiva y consumen menos. Si desaparecen las reglas laborales, el trabajo se precariza y el miedo se extiende, la gente ahorra y no gasta en previsión de tiempos peores y, por supuesto, no se endeuda no vaya a ser que no pueda pagar sus compromisos con el banco.

La consecuencia es una crisis de consumo que se volverá contra los mismos empresarios que ahora se frotan las manos por el poder que el Gobierno ha depositado en ellos, porque si la gente no compra, ellos no venden. Con este panorama, que no tiene visos de mejorar en el corto plazo, nunca ha habido tantos motivos para convocar una huelga general.

¿Para qué; qué vamos a conseguir con ello?, dicen quienes nunca se comprometen y solo se mueven si tienen la certeza de que con ello van a obtener algo. Los empresarios y el Gobierno intentarán desmovilizar a los indignados con una llamada a la responsabialidad, al “no está el país para huelgas”, y harán números sobre los millones de euros que se pierden cada jornada de paro. De lo que no hablarán es de las responsabilidades de la crisis, de la estulticia de unos y la codicia de otros, pero con eso hay que contar.

Todo lo que va mal es susceptible de empeorar, y por eso hay que decir a los sindicatos que convoquen ya la huelga general, no vaya a ser que el Gobierno las prohíba, que todo se andará.

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