NOTA DEL SECRETARIO GENERAL
Son horas mal
contadas las que nos quedan para afrontar la Huelga más importante que los trabajadores/as de
este país vamos a afrontar desde que se reinstauró la democracia en nuestro
país. Es tal el carácter y la naturaleza de la agresión que está en marcha, que
su constante denuncia y la constante luchar para seguir combatiéndola por otros
medios a partir del día 29, supone un objetivo de carácter estratégico
inaplazable. El día 29 no termina nada: todo vuelve a recomenzar. Pero el 29
debe suponer un punto de inflexión importante –como lo han supuesto las
elecciones autonómicas de Asturias y Andalucía- para seguir torpedeando la
línea de flotación de este poder lacayo y subalterno de las directrices que
mandan y ordenan los mercaderes por la boca de trapo de la Sra. Merkel.
Porque, una vez consumada
¿Será intervenido nuestro país?
¿Tendremos que acudir al FMI? En la práctica actuamos y funcionamos ya como un
país intervenido, es decir, sin soberanía… Esta es la perspectiva que tenemos
por delante. ¿Desalentadora? Sí, si no tenemos en cuenta algunas cuestiones. La
primera y fundamental, la perentoria necesidad de un rearme ideológico que nos
haga omnicomprensivo el momento y la situación que vivimos, el nivel y
desarrollo actual de las fuerzas productivas, del capitalismo financiero y la
globalización. ¿Y eso como se consigue? Simplifiquemos tan complejas
cuestiones.
Recientemente el escritor Manuel Rivas se hacía eco en uno de sus artículos del Decálogo que Juan José Morato –un escritor obrero hijo de lavandera y zapatero- publicó en El Calendario Obrero de 1909. Dicho Decálogo, salvando algunos aspectos del lenguaje propio de la época, nos da un verdadero programa a seguir a los militantes obreros y, más allá, a toda la gente socialmente comprometida. Un programa válido en todo momento, época y lugar. ¿Qué todo esto a alguno/a le puede sonar a antiguo? Claro, sobre todo conociendo como conocemos qué es lo moderno: Una Reforma Laboral que, curiosamente, nos traslada al Siglo XIX y portadora de una profunda carga ideológica, pues del ámbito de lo colectivo se pasa al ámbito de lo individual para tenernos indefensos y asustados e imponernos el individualismo feroz y la soledad que el sistema pretende, sencillamente para situarnos en cotas por debajo de la dignidad humana.
EL DECÁLOGO
1. Instruirse y combatir la ignorancia.
2. Acortar las horas de trabajo.
3. Elevar los salarios.
4. Tener independencia y odiar la vileza.
5. Ser viril y destruir la tiranía.
6. Establecer la fraternidad y despreciar el egoísmo.
7. Conquistar derechos y abolir injusticias.
8. Humanizar el trabajo.
9. Llevar cariño y alegría al hogar.
10. Fundar un mundo mejor
(Publicado por Juan José Morato en
El Calendario del Obrero en 1909)
Aniceto Muñoz
Secretario General
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