Vivimos
inmersos en una crisis social y económica como nunca antes habíamos
conocido. Nuestro país sufre unos niveles de paro y miseria que hacen
que una gran parte de su población no consiga alcanzar unas mínimamente
dignas condiciones de vida. Mientras, los distintos gobiernos nos dan
explicaciones que la asemejan a una catástrofe natural, sin responsables
y de pronta recuperación.
Nadie
consigue explicar de forma convincente cómo se llega, en apenas seis
años, de un 8,5% de paro al 26% actual. No es posible mientras no se
explique el entramado de intereses de banqueros, empresarios y políticos
que empobrece a las clases populares.
Tampoco
se nos dan respuestas sobre el futuro que nos espera. Si la única
salida para ese 57% de nuestra juventud en paro es la emigración. Si
nuestros trabajadores tienen que subsistir y soportar un 10% de bajadas
salariales de media y aceptar cualquier tipo de condiciones laborales, o
si la recuperación pasa por esos datos del paro que muestran que el
empleo que se creará será temporal y precario, no sólo nos han
abandonado sino que nos han condenado.
Nos
han condenado porque la única salida que nos dejan es la de seguir
manteniendo, si no aumentando, los beneficios de los que nos han llevado
a este estado de excepción social, a costa del desmantelamiento de los
servicios básicos, la pérdida de derechos laborales y sociales y el
cierre de empresas que aumenta el paro. Nos dejan sin trabajo, sin casa, sin sanidad, sin pensiones, sin estudios, sin futuro, ¡sin vida!
Mientras
tanto, se regalan cientos de miles de millones a la banca,
transformados en deuda pública que pagaremos las trabajadoras y
trabajadores, y se aseguran el pago reformando el artículo 135 de la
Constitución y con la legislación que nos compromete a cumplir el
paquete fiscal dictado por la Troika y los grandes capitales europeos.
El pago de su deuda es la eliminación de nuestros servicios públicos, la
pérdida de nuestros derechos y nuestro empobrecimiento.
Y así seguirán mientras les dejemos,
hasta que nos pongamos de pie y digamos basta. Para conseguirlo no hay
otro camino más que la organización y la lucha. La indignación en
soledad sólo nos lleva al aislamiento y a la resignación. Somos millones
y no estamos dispuestos a dejar que nos aniquilen.
Para avanzar en la construcción de la unidad y del poder del pueblo se están preparando, desde muchos lugares del Estado, unas Marchas de la Dignidad que llegarán a Madrid el 22 de marzode
2014. Las Marchas, convocadas por diversas organizaciones, tienen por
objeto la protesta contra las políticas que están haciendo cargar los
efectos de la crisis sobre las clases populares y la mayoría social
trabajadora de nuestro país a través de recortes y eliminación de
derechos sociales, económicos, políticos y libertades.
Los principales objetivos de las marchas son, por un lado, constituir un espacio común de lucha en
torno a los comunes denominadores que persiguen todos los colectivos y
movimientos implicados, y que afectan de forma unitaria a una gran parte
del pueblo español. De esta forma, podremos avanzar hacia una
organización y estructura unitarias que posibiliten el ensamblaje de los diferentes colectivos, organizaciones, plataformas y movimientos que hoy trabajan contra el estado actual de cosas, y que pivote alrededor de las demandas exigidas.
organización y estructura unitarias que posibiliten el ensamblaje de los diferentes colectivos, organizaciones, plataformas y movimientos que hoy trabajan contra el estado actual de cosas, y que pivote alrededor de las demandas exigidas.
Por otro lado, queremos trasladar la necesidad de movilización, asociación y participaciónalrededor
de los objetivos comunes del conjunto de la población hoy
desmovilizada, para transformar el estado de resignación, descreimiento y
frustración instaurado en un gran número de ciudadanos y ciudadanas de
nuestro país.
Las Marchas de la Dignidad no acaban el 22 de marzo;
son el principio y no el fin. Permitirán asentar y fortalecer las
estructuras creadas, para así dar respuesta social y ciudadana a las
agresiones que como pueblo hemos sufrido y desafiar aquellas que estén
por venir, diseñando y desarrollando una estrategia de lucha continuada
en el tiempo, que persiga la reversión de todas las agresiones, y que
busque alternativas de convivencia social, política y económica.
Éstas son las Marchas de la Dignidad, las de un pueblo que se organiza y lucha:
1.- Contra el paro y la precariedad laboral. A favor de la generación de empleo digno y con garantías, por el reparto del trabajo sin merma salarial, la derogación de las diferentes reformas laborales, por la igualdad salarial entre hombre y mujeres, por una prestación suficiente.
2.- Contra los recortes sociales que afectan directamente a la sociedad, minando los mecanismos de protección y desarrollo social contemplados en la Constitución española y en la DDHH, especialmente aquellos que van ligados a la jubilación, la sanidad, la educación y los servicios sociales básicos. Por el derecho a la vivienda y de los servicios básicos (agua, luz, gas) de la ciudadanía.
3.- A favor de los servicios públicos en cualquiera de sus formas (Sanidad, Educación, Servicios Sociales o Pensiones). Contra las privatizaciones y un proceso de renacionalización de los sectores estratégicos de la economía.
4.- Contra la corrupción instaurada en las instituciones gubernamentales, políticas, económicas, financieras y judiciales. Por la transparencia, el derecho a la justicia y la igualdad de todos los ciudadanos ante las instancias judiciales.
5.- A favor de una auditoria de la deuda contraída ilegítimamente por el Estado y en contra del pago de la misma.
1.- Contra el paro y la precariedad laboral. A favor de la generación de empleo digno y con garantías, por el reparto del trabajo sin merma salarial, la derogación de las diferentes reformas laborales, por la igualdad salarial entre hombre y mujeres, por una prestación suficiente.
2.- Contra los recortes sociales que afectan directamente a la sociedad, minando los mecanismos de protección y desarrollo social contemplados en la Constitución española y en la DDHH, especialmente aquellos que van ligados a la jubilación, la sanidad, la educación y los servicios sociales básicos. Por el derecho a la vivienda y de los servicios básicos (agua, luz, gas) de la ciudadanía.
3.- A favor de los servicios públicos en cualquiera de sus formas (Sanidad, Educación, Servicios Sociales o Pensiones). Contra las privatizaciones y un proceso de renacionalización de los sectores estratégicos de la economía.
4.- Contra la corrupción instaurada en las instituciones gubernamentales, políticas, económicas, financieras y judiciales. Por la transparencia, el derecho a la justicia y la igualdad de todos los ciudadanos ante las instancias judiciales.
5.- A favor de una auditoria de la deuda contraída ilegítimamente por el Estado y en contra del pago de la misma.
La
sociedad española está ya en el proceso de empoderamiento que tanto
tiempo lleva buscando. Cientos de miles de personas, miles y miles de
colectivos, cientos de experiencias de autogestión y rebeldía, hacen que
el hartazgo del pueblo este pasando ya desde las conversaciones de bar a
los lugares de reunión y de reivindicación. Es un proceso caracterizado
por la solidaridad y el apoyo mutuo. Por el conocimiento, lento pero
inequívoco, de la realidad frente al engaño en que nos quieren tener de
continuo los poderes a través de sus medios de comunicación. Es un
proceso vivo, que ha de seguir pujando, pero que tiene visos de ser ya
sin retorno. Las gentes se están dando cuenta de que esto no lo arregla
nadie sino la conjunción de la población consciente y comprometida.
Saben que va a suponer esfuerzos y sacrificios. Momentos de tensión y
represión. Pero están dispuestos a afrontarlo.
Es el momento perfecto para generar unión, para cargarnos de razones que convierten a las personas en compañeros/as, en camaradas en la lucha. De nuestro trabajo generoso, humilde, desinteresado y sin partidismos, depende en buena parte el éxito de este resurgir popular. ¡No lo desperdiciemos!
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